23 de diciembre de 2009

Abra Kdabra


No importa qué tan bien hagamos las cosas o cuánto esfuerzo le pongamos a un trabajo, es probable que seamos mal remunerados, ignorados o que nos terminen botando a pesar de los elogios. Podemos pasar una eternidad pensando que estamos haciendo las cosas bien, pero con el paso del tiempo nos quedamos estancados en el mismo lugar. Eso se llama mediocridad.

Esta palabra no define de manera justa la producción seudocolombiana Kdabra, una miniserie de trece capítulos que explora la vida de un joven mago llamado Luca, el cual hace de Harry Potter un ejemplo de madurez y sabiduría.

Al igual que el televidente, el protagonista y el resto del elenco no tienen muy claro de lo que trata esta aventura. Muchos de ellos, incluso, deambulan por ahí entregando sus líneas sin pensar.

Cada dos capítulos nos deslumbran con una intensa revelación que debería dejarnos boquiabiertos, pero al igual que ellos estamos en un mundo que no entendemos y para ser sincero, no quisiera comprender.

Otros programas que se han ganado la aclamación popular y de la crítica saben cómo ocultar secretos y cómo ir revelando sus misterios paulatinamente. La diferencia con otros seriados radica en su personal actoral y libretos bien diagramados.

En este caso, el espectador disfruta de un programa bien realizado, de principio a fin. Agradece el esfuerzo encontrado en cada cuadro, plano y escenario. Cada escena es minuciosamente construida, detallando cada parte de la misma como si se tratase de un cuadro. La cinematografía nos entrega un producto similar o superior a otros programas de su índole, brindando un aura de suspenso y realismo que el fallido Héroes moriría por tener.

Como lo dije, el problema radica en los actores. Con honrosas excepciones, como la participación magistral del mexicano Damián Alcázar y la siempre bien recibida colombiana Margarita Rosa de Francisco, la producción nos entrega a intérpretes reconocidos por sus papeles en telenovelas.

Estos jóvenes actores no solo traen consigo sus singulares acentos, sino que también un talento que se ha ido desluciendo con cada participación telenovelesca. Sumado a la inclusión del chico RBD, Christopher Von Uckermann, nos vemos inmersos en un drama colegial donde solo falta una coreografía espontánea cerca de los casilleros de la escuela.

Otro actor que se va destacando por su presencia diabólica es Fabio Rubiano, el supuesto padre de Luca, quien maneja un carácter controlador y autoritario y cuyas expresiones jamás revelan sus verdaderas intenciones.

También, por muy fuerte que suene, el mayor enemigo de Kdabra termina siendo nuestro propio idioma. Estoy seguro de que los diálogos interpretados a lo largo de la serie no se escucharían igual de ridículos en otro idioma.

Existe una gran diferencia en expresar sentimientos, razones o explicar acontecimientos extraños en nuestro idioma que en una lengua extranjera. El castellano es una lengua más poética, más lírica, más dulce y apasionada y muchas veces se pierde en la traducción.

En sí, Kdabra termina siendo un gran esfuerzo, la primera piedra en busca de una mejor industria televisiva latinoamericana; la puerta abierta para la producción de más series con un contenido que se asemeje a las grandes producciones internacionales.

Sí, es una serie con una temática nunca explorada en la historia de la televisión, pero más que dejarse guiar por una novedad, se necesita un punto en común, un lugar donde los espectadores ajenos a este mundo se puedan relacionar con los personajes y no se pierdan entre trucos, acrobacias y raros peinados.

Cualquiera que sea el misterio detrás de esta historia, este se va esfumando como por arte de magia y se necesitará de una gran ilusión para que esta Kdabra no termine como una pata de cabra.

Fuente: El Universo.

No hay comentarios: