Más que decepcionante resultó para el público y la crítica la llegada a la pantalla grande de “Volverte a ver”, cinta “dirigida” por Gustavo Garzón, teniendo como protagonistas a la boliviana Ximena Herrera, y al mexicano Alfonso Herrera, integrante del proyecto telenovelero y musical R.B.D., quien tiene como meta principal enfocar su porvenir histriónico dentro del celuloide.
No obstante, esta cinta podría considerarse un error dentro de su carrera ante la incontable cantidad de fallas que se perciben en ella, los cuales están, prácticamente, desde el momento en que inicia la proyección ofreciéndonos de inmediato la idea de que se trata de “un fusil de película romántica gabacha”, tal y como mencionaron algunos de los asistentes a la sala el día que la presenciamos.
Ritmo lento, ausencia de argumento, una excesiva dosis de estética visual, que provoca que “Volverte a ver” sea considerada un video musical de 90 minutos, -esto debido, quizá, al “pasado” de Garzón como realizador de estos proyectos-, y a su otra sobredosis, ahora de publicidad, presentando desde el desodorante en aerosol, hasta las cafeterías y el gimnasio para gente nice, sólo por mencionar algunos de los muchos que aparecen en pantalla, todo esto haciendo de “Volverte a ver” una cinta que invita a todo lo contrario.
En verdad, es una lástima que la industria privada caiga en este tipo de juegos, porque lo único que consigue es que la gente se decepcione y de nuevo, como ha venido ocurriendo desde décadas atrás, diga “No” cuando se trate de ir a ver una película mexicana.
Sobre las actuaciones mejor ni hablamos. Y es que parece que a Gustavo Garzón se le olvidó el pequeño, mínimo detalle, de exigir a sus actores una mayor presencia histriónica. Sin embargo, en la cinta existen dos personas que logran “salvar su pellejo” en lo que a esto concierne. Sus nombres: Mónica Huarte y Eduardo Manzano. De no ser por ellos, la película se sumergiría en el limbo de las malas interpretaciones desde sus primeros minutos.
Sin embargo, ambos actores llegan a abusar de sus dotes interpretativos y, para su desgracia, hacia la mitad de la cinta sus recursos están más que agotados, y uno como espectador nos vemos en la penosa necesidad de gritar: “¡Auxilio!”.
“Volverte a ver” intenta ser una comedia romántica al estilo hollywoodense, de esas que se realizan para ir al cine “a palomear” y pasar un rato de ocio con la pareja. Pero, como ya se mencionó, sólo lo intenta.
En todo momento, la historia nos muestra un ambiente más que distinto a lo que se vive en el México real, de carne y hueso, en el que la gran mayoría de sus habitantes pertenecen a una clase media imposibilitada para vivir momentos “muy fashion”.
Sus diálogos y “chistes” son más que obvios, y deben de ser tomados en cuenta entre el público para darse cuenta del ritmo que llevará la cinta desde su inicio hasta el final.
Quién sabe cuál haya sido la meta de Gustavo Garzón al hacer esta cinta. Pero si con ella deseaba que el público joven iniciara el año deseando ver más cine mexicano, tememos decirle que se equivocó y a ustedes, como lectores, rogarles que le sigan dando la oportunidad al cine mexicano de ocupar un lugar en sus preferencias fílmicas. No todo es así. Hay cosas mejores, en verdad.
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